domingo, 10 de agosto de 2008

Jornada Mundial de la Juventud con el Papa en Sydney (Australia)

Os invitamos a los jóvenes de la parroquia de Santos Juanes que habéis participado en la jornada Mundial de la Juventud con el Papa en Sydney (Australia) a que participéis en el Blog contando vuestras experiencias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Al ir, se va llorando, llevando la semilla; más al volver, se
vuelve cantando trayendo las gavillas" (Salmo 125). Hemos elegido
este salmo porque sintetiza muy bien nuestra experiencia en la
peregrinación a Sídney (Australia) con motivo de la JMJ (Jornada
Mundial de la Juventud).
Al principio nos asaltaban los temores y dudas; el apego al
dinero y la comodidad nos paralizaban y esclavizaban. Pero Dios con
potencia nos rescata rompiendo las ataduras. Esto nos puso en
camino hacia Sídney con la esperanza de encontrarnos con
Jesucristo y que así se cumpliera el lema que Benedicto XVI había
elegido para esta JMJ "Recibiréis el Espíritu Santo y seréis mis
testigos", sabiendo que no quedaríamos defraudados.
La providencia nos llevó de escala a Hanói (Vietnam) y allí
tuvimos un encuentro apoteósico con la iglesia vietnamita. Una
parroquia de más de 4.000 fieles nos recibió con alegría y
celebramos juntos una eucaristía espectacular, con sus instrumentos
y sus costumbres. Allí fuimos testigos de que la iglesia católica es
universal y pudimos ver el corazón de los vietnamitas, tan castigados
por el comunismo y por la guerra y al mismo tiempo tan auténticos
en su fe. Su hospitalidad y su cariño siempre quedarán en nuestros
corazones.
De allí partimos hacia Sídney al encuentro con el Papa,
diciendo: "Dayenú", que significa “eso nos hubiera bastado”, pues la
experiencia en Vietnam ya nos había colmado, pero al mismo
tiempo estábamos expectantes a ver qué más nos tenía reservado el
Señor. Y en Sídney el Papa nos dijo que estuviéramos alegres,
porque uno no es cristiano sólo por lo que hace sino por lo que Dios
ha hecho en su vida. Esto nos llenó de alegría porque nos hizo ver
todo lo que Dios está haciendo en nuestro matrimonio día a día.
También dijo que estábamos llamados a ser mensajeros del amor de
Dios porque el mundo lo necesita, está vacío y sin esperanza. Esto lo
pudimos comprobar en ciudades como Camberra, donde tuvimos la
oportunidad de anunciar el evangelio a la gente por las calles,
cantando salmos con alegría y anunciando al mundo que Dios es
amor, que Cristo ha resucitado y que su Espíritu tiene el poder de
cambiar nuestras vidas.
En esta peregrinación hemos visto que Dios está vivo y hemos
sido testigos de su amor. Ha sido un regalo estupendo, inmerecido,
del que sólo podemos estar agradecidos. Ha cambiado por completo
nuestras vidas y ha sido un paso del Señor que seguro dará muchos
frutos en la parroquia. Tan sólo podemos bendecir a Dios por todo y
pedirle que no levante su mano de nosotros.

Llorens Ardit y Marta González (5ª comunidad)

Anónimo dijo...

Cuando el papa anunció en Colonia que la siguiente
peregrinación sería en Sydney pensé que sería imposible que yo
pudiese ir, ya que está muy lejos, sería muy caro… además cuando
dijeron que en Cullera no se iba a organizar, todavía me pareció más
difícil. Pero al final, un mes o dos antes de la peregrinación, nos
apuntamos con las comunidades del País Vasco y Castellón.
Antes de llegar a Sydney hicimos escala en Hanoi (Vietnam) y
estuvimos allí dos días para visitar el lugar donde fue martirizado
San Valentín de Berriochoa, un mártir vasco. Desde que llegamos a
Vietnam pensé que solo por haber ido allí valía la pena la
peregrinación. La eucaristía con la que nos acogieron fue algo
increíble, después de ésta nos invitaron a cenar y nos dieron todo lo
que tenían. Me impresionó mucho ver como estaba la iglesia de viva
en un país comunista como es Vietnam, allí la iglesia esta perseguida
y si quiera los curas pueden llevar ningún signo religioso por la calle.
En Sydney también me ayudó el encuentro con Kiko, cuando
habló de la sociedad actual que no puede ser feliz por que no da la
vida por los demás y que busca el placer ante todo. Me vi reflejada,
pues también yo busco primero mi propio bien y después ya me
preocupo de los demás. Me resulta imposible perder la vida por los
que me rodean y la única forma de hacerlo es rezando y pidiendo la
fuerza del Espíritu Santo, como nos dijo el papa en el encuentro.
También me ayudaron las laudes que rezábamos durante toda
la peregrinación y las eucaristías con el obispo auxiliar de Bilbao que
presidía nuestra peregrinación: cuando rezábamos era el único
momento en el que podíamos descansar de verdad.

Isabel López (6ª Comunidad)

Anónimo dijo...

La verdad es que la peregrinación ha sido una maravilla, un
verdadero regalo del cielo. Fuimos con el obispo auxiliar de Bilbao y
las comunidades del País Vasco y Castellón. Nos acogieron muy bien
y estuvimos en comunión con todos pese a ser de sitios distintos y
no conocernos de nada.
En primer lugar fuimos a Vietnam para visitar Hanói por la
mañana y por la tarde Hai Duong y Bui Chu, donde fue martirizado
San Valentín de Berriochoa. Tras una emotiva visita al lugar
celebramos una eucaristía donde se nos acogió de una manera
increíble, el obispo presidió la celebración y se nos invitó a cenar
tras la eucaristía. La verdad es que estando a tantos kilómetros me
sentí como en casa, nos tocaban y nos miraban como si fuéramos
ángeles. Yo no me sentía digno de que me tocaran, ya que si llegan a
saber lo pecador que soy, no lo hubieran hecho. Me dieron una
lección, ya que viviendo en la pobreza nos dieron lo que tenían, sin
pedir nada a cambio. Quiero decir que esta Iglesia que esta viva en
un país comunista, donde son perseguidos los cristianos, es fruto de
la sangre de un mártir, que se arrodillaba en el suelo y rezaba el
Padre Nuestro en Euskera ya que no hablaba vietnamita. San
Valentín fue perseguido y martirizado por su fe en Cristo, algo que
hoy por hoy, yo me siento incapaz.
Después fuimos a Sídney, donde se celebró el Encuentro de
Jóvenes con el Papa que resultó también una maravilla igual que el
encuentro Vocacional del día siguiente con los iniciadores del
Camino Neocatecumenal, Kiko, Carmen y el P. Mario. Estaban
presentes un gran número de obispos. Lo que más me ha ayudó fue
la catequesis sobre Zaqueo: llegué a sentirme como él, encima del
sicómoro, con tantos pecados y que Dios, pese a ellos, quería
hospedarse en mi casa. También se dijo que los cristianos no pueden
vivir para si mismo sino que tienen que vivir para los demás y de
cara al Señor, dar la vida por el otro y no estar siempre pensando en
uno mismo, que es lo que hago yo a diario, pensando solo en mi.
Los días posteriores fuimos a Camberra y Melbourne, donde
hicimos una Misión Popular. También hemos hecho turismo, hemos
ido de compras, hemos visto canguros, koalas, wombats y muchos
otros animales, la verdad es que ha sido completísima esta
peregrinación. He aprendido la importancia de la oración diaria, la
importancia de la Eucaristía (una en el aeropuerto de Frankfurt, que
fue muy especial para mí) y lo importante que es anunciar a
Jesucristo, porque es así como puedes salvar a alguien y a ti mismo.
La verdad es que se podían contar muchas cosas pero termino
contando que venían 4 hermanos vascos de una misma familia
cuyos padres hicieron un gran esfuerzo económico para que fueran
a Sídney. Uno de ellos sintió la llamada vocacional al sacerdocio al
tiempo que en España, su madre, rezaba a las 7 de la mañana por
sus hijos esperando en el Señor; y el Señor actuó. Para mi ha sido
uno más de los ejemplos que me ha dado Dios de lo importante que
es la oración. Nada más, estoy contentísimo y espero y rezo para
que esta peregrinación dé fruto abundante en mí.

Julio Costa (5ª Comunidad)